domingo, 17 de enero de 2021

Diario de un Tortolico 2020 - 12. Fin del verano

Todo lo bueno se acaba y el verano 2020 en Tórtoles también llega a su fin, en mi caso, pasados los primeros días de septiembre. Hora de despedir las vacaciones más largas y extrañas de los últimos años. Este capítulo, el número de 12 de esta serie de post "Diario de un Tortolico 2020", cierra los recuerdos que hemos vivido en el pueblo, volviendo a disfrutar del verano como cuando éramos pequeños. A pesar de no tener fiestas, no hemos parado de hacer planes: meriendas, pantano, paseos, deporte, lluvia de estrellas, excursiones... En este último capítulo, voy a mencionar otros pequeños planes que hemos hecho este verano en Tórtoles pero no los he contado en los post anteriores.

Tórtoles de Esgueva

¡Vamos a por caracoles! Todos los años cuando cae una tormenta de verano son muchos los que salen a buscar caracoles. Un bien preciado y la comidilla en el pueblo durante unos días: "¿Cuántos has cogido?", "¿Cuándo has salido?", nadie suele desvelar por donde han ido a buscarlos para que no vayan otro día a quitárselos. Desde que era pequeño no había salido a por caracoles y este verano un día que hacía muy mal tiempo, lluvia, frío y viento salimos un rato antes de comer mi madre, Vicky y yo. Aunque al principio nos costó encontrar alguno, poco a poco nos hicimos con un buen puñado a medida que el tiempo empeoraba. Llegamos a casa empapados y helados de frío.

Caracolada

Siestas en los caños con la hamaca. Antes de verano me agencie una hamaca y me pareció buena idea llevarla a Tórtoles. Muchos días, después de comer me subía solo a los caños y colocaba la hamaca entre dos árboles para echarme una siesta. También me subía un libro y echaba allí la tarde. El único inconveniente eran las moscas que no paraban de molestar con su zumbido. Alguna tarde los amigos también subían escapando del calor y nos quedábamos allí de charleta o jugando a cartas.

En la hamaca con Beñat

Chefs Velasco. Los primos nos animamos a cocinar algún que otro día. Vicky y yo nos picamos por ver quién de los dos hacía la mejor tortilla de patata (claramente gané yo). Otro día nos animamos con las pizzas caseras elaborando la masa nosotros mismos. El resultado fue desigual, Pablo no pudo utilizar la masa y tuvimos que comprar tortas de pan para salir del paso. No podía faltar mi lasagna de carne hecha con láminas de pasta fresca y Sonia nos degustó con su especialidad, la Cheescake.

Pizza casera

Ante la duda, los bares son la mejor opción. La mayor parte del tiempo en Tórtoles la pasamos en los bares, es el punto de encuentro para quedar con los amigos: antes de comer "el vermut", después de comer el café o los días especiales como los viernes de piezos o las partidas de mus, unas copas. La ronda de cerves antes de subir a cenar, y después de cenar, si no se avecina lio, no puede faltar un cola-cao caliente para combatir las frías noches tortolicas. Los bares son imprescindibles, le dan vida y ambiente al pueblo.

¡Ronda de cerves!

Comida en Roa y visita a Marcos en La Cueva. La última semana de vacaciones hicimos una pequeña escapada para comer en el restaurante del hotel en Roa. Cuando acabamos de comer, nos acercamos a La Cueva de Roa y Marcos nos hizo una visita guiada por el pueblo. Nos enseñó la nave donde tiene los tractores y la maquinaria que utiliza para trabajar como agricultor en la cosecha de la patata. Antes de despedirnos, nos llevó al corral donde tiene las gallinas.

Corral de Marcos en la Cueva de Roa

Echando la vista atrás, puedo decir que ha sido uno de los mejores veranos en Tórtoles desde hace años, no solo porque he podido estar más tiempo, sino por todos los planes que hemos hecho. Espero que el 2021 sea igual o mejor, eso querrá decir que podré volver a escribir una nueva temporada de Diario de un Tortolico y guardar estos recuerdos para toda la vida.

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